


Preludio
Recibimos una carta sin remitente.
Y una promesa que cautiva el alma.
Ziggy ha aceptado una invitación que nadie debería recibir.
No sabemos si volverá...
Prepárate para lo que viene...
Puede que tú seas quien lo salve en su siguiente aventura.
Capítulo I
En el primer día de otoño, Ziggy revisó su buzón en busca de nuevos registros de eventos o mensajes de la comunidad furry de Latinoamérica. Encontró eso, lo habitual, pero entre el cúmulo de sobres, hubo una textura diferente. Un papel viejo y húmedo. Ziggy revisó el sobre y notó una anomalía: no tenía remitente. Sólo estaba escrito el origen de la carta y su nombre como destinatario.
La iguana entró a su hogar y se apresuró hacia su escritorio de trabajo. Tomó una navaja y cortó cuidadosamente el borde del viejo sobre. Un intenso aroma a agua salada y madera podrida se desprendió del interior del sobre. Ziggy se abrumó por tal hedor. Con sus garras sacó cuidadosamente la carta del interior. También estaba un poco húmeda y había pequeños restos de alga.
Ziggy pensó que talvez se trataba de una mala broma. Pero en cuanto leyó la carta su expresión cambió.
Estimado Ziggy,
He escuchado que eres un gran aventurero de tierras hispanohablantes de América. Me complace invitarte a una travesía única por las aguas del sur de Chile a bordo de mi humilde navío.
Ten por seguro que no te arrepentirás. Es una experiencia que cautiva el alma a los busca venturas.
Esta es una invitación muy especial, sólo para ti, aventurero. Tu lugar ya está reservado.
Te esperamos al anochecer en la Isla de Chiloé.
—El Capitán.
Ziggy sintió un vuelco en el estómago. Quizá era el aroma putrefacto de la carta, pero había algo más.
En el sobre había también un pase de abordaje. Miró la hora y apenas tenía el tiempo justo para salir y llegar a tiempo.
La iguana no tenía mucha confianza en la carta, pero quizá sólo se trataba de algún viejo pescador. Tampoco quería sentirse grosero al rechazar una invitación "especial". Y menos cuando se trataba de una… aventura.
Ziggy no lo pensó más. Respiró profundo. Guardó la carta y el pase en el bolsillo de su camisa. Tomó su abrigo y salió a toda prisa sin avisar.
La iguana buscó la ruta más veloz para llegar a tiempo. No llevaba equipaje, así que fue más fácil moverse por los aeropuertos y las centrales de transporte.
El sol ya estaba ocultándose en el horizonte cuando finalmente llegó al Puerto de Chiloé. Frente a él había un viejo barco acercándose a la costa. Algo grande e impulsado por velas viejas, que en algún momento debieron ser blancas como las nubes.
Ziggy sintió una fascinación al ver el navío. Nunca antes había viajado en uno igual. Después de todo, parecía que sí iba a ser una nueva aventura.
Capítulo II
El viejo navío arribó en la costa y comenzó el abordaje al caer la noche. Ziggy entregó su pase y subió por una plataforma de madera hacia el barco. Arriba fue recibido por la tripulación. Un grupo de lobos marinos de vestimenta elegante, como si de una reunión de gala se tratara. Uno de los lobos se le acercó y le extendió la mano.
—El Capitán va a estar encantado de que haya aceptado la invitación. Pensábamos que no vendría, la verdad.
Su tono era cortés y a la vez encantador como todo un buen anfitrión. Aunque su mirada tenía algo extraño. Su iris parecía cambiar de color entre azul y verde. Algo muy peculiar y espeluznante. Ziggy le extendió la mano también y ambos dieron un apretón. Esto le estremeció y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. La mano del tripulante estaba demasiado helada.
—O-Oh, Gracias. No podía rechazar una aventura así.
La iguana respondió con una voz temblorosa y nerviosa. El lobo marino sonrió.
—Lo sabíamos, sí. ¿Le parece si lo acompaño a su camarote? Esta noche se viene una celebración de aquellas, como las que arman en los mejores carretes del sur. No se la puede perder —el lobo acompañó a Ziggy al interior del barco, pero se detuvo un instante y lo observó—. Veo que no trae equipaje, pero le va a venir bien descansar un poco después del viaje.
Sin más preámbulo, el tripulante mostró la habitación a Ziggy y se retiró con elegancia.
Por todos los rincones del barco era notable el hedor viejo de la madera húmeda, la cual ya tenía un tono verdoso oscuro descolorido. Aunque todo estaba sellado, se sentía una brisa helada en la habitación. La cama estaba un poco oxidada y no muy cómoda. Ziggy tampoco podía quejarse de un viaje que no le había costado un solo peso. La habitación tenía una ventana circular al fondo con vistas a la costa, donde los tripulantes empezaban a soltar los cabos para zarpar. Ziggy no negaba que se sentía aterrado, casi arrepintiéndose de haber aceptado. Pero ya no había marcha atrás. Sólo respiró hondo y dejó el mal augurio sólo al viejo aspecto del barco.
EL barco zarpó cuando la luna se elevaba en el cielo. Pocos minutos después, el techo y los muros comenzaron a vibrar y rechinar a un ritmo regular. Era la música que resonaba en la cubierta superior. La fiesta estaba comenzando.
Ziggy sintió un ligero remordimiento al no haber empacado algo elegante para la ocasión. Pero aun así intentó arreglarse lo mejor que podía. Quiso darse una ducha, pero el agua de la vieja regadera oxidada estaba aún más helada que la mano del lobo marino. Optó por asear su rostro en el lavamanos. Había algo de ropa en el armario, pero nada elegante. Tomó una camiseta gris y encima se puso su camisa color beige. Ya listo, salió del camarote y se dirigió a la cubierta superior.
El lobo marino tenía razón. Ziggy quedó fascinado al ver la cubierta decorada con banderines, linternas coloridas y mesas con manteles blancos con decoraciones floreadas en el centro. La tripulación de lobos marinos servía a las mesas chicha de manzana y comida con un aroma sumamente delicioso como ceviche de piure y cochayuyo, empanadas de jaiba con merkén, curanto en olla y milcao dulce relleno de mermelada de frambuesa.
Había varios pasajeros sentados en las mesas. Ziggy no recordaba haberlos visto en la costa o al abordar. Quizá habían llegado después que él y no se percató por haber ido a su habitación. No se detuvo a pensar en ello, el dulce aroma del milcao atrapaba su atención. Sin más, se integró al ambiente festivo.
El tripulante que le había atendido anteriormente se acercó y le obsequió una máscara decorada.
—Aquí tiene, un presente para esta noche. Disfrute la comida, la chicha... esta noche guarda más de lo que parece.
Ziggy agradeció y se sentó a una mesa. Comió y bebió. Incluso conoció a los pasajeros a bordo. Bailó con algunos. De los mejores ambientes festivos que había disfrutado en su vida.
Pero no todo era lo que parecía. Mientras la iguana estaba inmersa en la celebración, el barco se alejaba de la costa a gran velocidad. No había viento tan fuerte que impulsara sus velas. Sólo una espesa niebla verdosa que se formaba alrededor, devorando al navío hasta que desapareció en el horizonte.
El mar comenzaba a exhalar llantos. El tiempo se hacía más lento.
La verdadera tormenta se avecinaba.
Capítulo III

La música.
Los pasajeros.
La comida.
Todo parecía una celebración inigualable… hasta que la medianoche se acercó como una sombra que no avisa. La melodía comenzó a quebrarse y descomponerse, como la voz de una muñeca que sobrevive a los últimos segundos de su batería. Las luces coloridas se apagaban poco a poco, tornándose frías y difusas. Como si el barco ya no flotara en agua, sino en un sueño que se pudre. La comida perdió su sabor. Ziggy masticó algo que sabía a arena húmeda. El mareo llegó como una ola lenta, y dejó su copa sobre la mesa, creyendo que había bebido demasiado.
Pero entonces miró hacia el mar. Y el mar ya no estaba. Una niebla verdosa, espesa como veneno, cubría todo el horizonte. No había agua, ni cielo, ni estrellas. Solo un vacío que parecía respirar.
—¿Qué diablos es eso? ¿D-dónde estoy?
Volvió la vista a la cubierta. Y los pasajeros ya no eran pasajeros. Eran sombras. Eran cuerpos atemporales. Decenas de entidades fantasmales lo observaban. Rostros envejecidos, tristes, atrapados en una eternidad sin sentido. Sus ropas, antes elegantes, colgaban como trapos de otro siglo. Todos parecían hartos de la misma fiesta, del mismo viaje, repitiéndose una y otra y otra vez…
Ziggy sintió que el aire se volvía más denso. Las almas lo miraban con angustia. Él era el nuevo. Él había caído.
Retrocedió, dispuesto a correr. Pero tropezó con algo. Un cuerpo grande, frío e inmóvil. Alzó la mirada. Y lo vio…
El Capitán.
Un viejo lobo marino, fantasmal, con ojos brillantes de color verde ácido. Su presencia no necesitaba palabras: amenazaba con solo existir. Su aura era como una marea que aplasta el alma.
—¡AHORA TU ALMA ME PERTENECE!
Ziggy gritó
No fue un grito de susto. Fue un grito de pánico.
De pavor.
De horror puro.
Y...
...
...
¡Ayúdanos a salvar a Ziggy!
Tu historia puede liberar a Ziggy Zest
Ziggy ha caído en la trampa.
La niebla lo envuelve.
El Capitán ha sellado su destino.
Y las almas del Banquete del Caleuche lo observan… esperando que alguien rompa el ciclo.
Pero aún hay una esperanza. Una oportunidad.
Una historia.
¿Te atreves a escribir el final?
¿En qué consiste?
Invitamos a toda la comunidad a participar en esta dinámica narrativa de Halloween.
Tu misión: escribir el desenlace del cómic interactivo "Ziggy Zest y el Caleuche".
El mejor final será consagrado como parte del mito y publicado oficialmente junto a la obra.
¿Cómo participar?
- Lee las tres páginas del cómic publicadas en nuestras redes.
- Imagina un final que rompa el conjuro y libere a Ziggy.
- Escribe tu propuesta en formato de texto .docx o .pdf (máximo 500 palabras).
- Envía tu historia a: contact.ziggyzest@gmail.com
- Fecha límite: 29 de octubre de 2025
¿Qué se premia?
- El final ganador será ilustrado y publicado como epílogo oficial del cómic.
- El autor/a recibirá el Certificado de Liberador de Almas del Caleuche. *
- Mención especial en nuestras redes y canales.
- Acceso anticipado a futuras dinámicas narrativas.
¿Qué tono debe tener tu historia?
Puedes elegir el tono que prefieras:
- Terror
- Fantasía
- Suspenso
- Poesía
Lo importante es que rompas el conjuro y mantengas la atmósfera del universo de Ziggy Zest.
¿Quién puede participar?
Toda persona que sienta el llamado.
No necesitas experiencia previa.
Solo imaginación, creatividad… y un salvavidas, por si acaso.
* Certificados de Furmeets Latinoamérica.
Quienes tengan éxito en los eventos narrativos recibirán un Certificado de Furmeets Latinoamérica, acompañado por una carta especial escrita por Ziggy Zest, reconociendo su hazaña. Además, obtendrán acceso exclusivo a contenido inédito del universo: bocetos, páginas ocultas del cómic y preludios no publicados. Serán reconocidos oficialmente en el sitio web y redes por sus hazañas, con prioridad en futuras dinámicas creativas (concursos, convocatorias, narrativas). Y como legado final, tendrán la posibilidad de integrar su fursona en una futura historia dentro del lore oficial de Ziggy Zest.